Ayutthaya

No podía dejar de escribir este pequeño post, porque Ayutthaya ha sido sin duda otra de las grandes e inesperadas sorpresas de mi camino por Tailandia.

Una ciudad que debería ser una parada obligatoria para todos aquellos que vayan a detenerse en la capital del país.

Ayutthaya es la otra cara, una ráfaga de aire fresco, naturaleza y hospitalidad tailandesa en estado puro.

Sin apenas desplazarte 100 kilómetros, te encuentras en un lugar donde olvidarte del bullicio, el tráfico, los miles de comerciantes y tuk tuks rodeándote y todo el caos del que ya he hablado anteriormente.

Ayutthaya fue la capital del antiguo Reino de Siam en la que quedan aún los templos en ruinas, prueba de su antiguo esplendor. Templos dispersos por toda la ciudad que han sido declarados Patrimonio de la Humanidad y que dan más personalidad si cabe a esta pequeña localidad.

Mi consejo es simplemente “ve y déjate llevar”. Pasa el día entre esta mezcla de naturaleza y ruinas. Sin poder llegar a imaginar totalmente la grandeza de esta ciudad en su apogeo.

Tómatelo con calma. Piérdete entre templos, carreteras y rincones de colores. Disfruta de lo que te rodea. Y siéntete un lugareño más ante la ausencia de turistas.

Ayutthaya ha sido única y especial. Se respiraba vida en cada esquina. Una parte de Tailandia que no olvidaré.